Hace tiempo llegó a mis manos un libro publicado en 1859, cuyo título
principal es: Album de las misiones. El libro en sí es muy interesante
ya que narra de primera mano las experiencias de algunos misioneros
franceses por todo el mundo. De esta forma, es a la vez un compendio de
las costumbres y ritos de docenas de pueblos distintos.
Pues bien,
quiero compartir con vosotros esta carta, escrita por uno de los indios
conversos de la isla de Wallis al que invitaron a ir a Francia.
En la siguiente entrada, procederé a analizar la carta detalladamente; en esta me limito a aclarar entre paréntesis alguno de los términos empleados.
La carta fue escrita en francés originariamente y aquí presento la
primera traducción al español sin efectuar en ella ningúna modificación
de estilo ni correcciones.
Este es el libro (carta) de amistad mia,
yo Salomon á vosotros
dos Santiago y Ángela. Es mucho lo que os quiero; pues
que
ambos me amais tambien, acordáos de Dios. Amando á Dios y
á mí, todo irá bien para mí y vosotros.
Voy á
hablaros de lo que he visto en Francia.
Subí
desde luego á un rincon llamado Brest;
era el onceno día
del mes de Julio de 1849, y luego me fuí al Havre. El Havre es
un rincon de tierra donde hay muchos barcos grandes que
trafican. Me quedé en el puerto tres dias. Entonces se
preparó
un gran dia para el gran gefe francés (Napoleón) que
tenia que
venir al Havre á ver sus soldados montados á caballo. Y
yo
estaba muy contento, mucho, muy mucho. Luego enseñaron
todos los barcos grandes sus estandartes; y en seguida
llenaron
el vientre de los grandes fusiles (cañones), y tronaron
todos á la
vez. Luego llegaron unos soldados corriendo, corriendo
en
caballos, y estaban en sacos muy hermosos de hierro
(corazas);
y en seguida vino entre ellos el gran gefe. Eran un
millon (muchos)
los soldados que estaban delante: en seguida hicieron tronar los
grandes fusiles de tierra. Se hizo noche; entonces el
gran gefe
francés se fué á su rincon, y yo me he quedado en el Havre con
Marceau hasta otro domingo. En seguida fuimos los dos á
ese
rincon de tierra del gran gefe francés: he visto casas é
iglesias
bonitas, muy bonitas. Me he quedado aun dos domingos;
entonces Marceau se fue, y yo he quedado solo en la aldea
del
gran gefe francés. En seguida me ha escrito Marceau que
vaya
con él, y he ido yo solo en una casa de fuego
(Ferrocarril).
Una casa de fuego es cosa muy linda, que anda muy
lijera. Yo
creia que los que se quedaban hácia el mar era toda la
gente
francesa; pero cuando he subido á la tierra grande, me
he
quedado sin el habla viendo hombres, y mas hombres, y
siempre
hombres. Luego vinieron dias frios, y yo he visto una
cosa que
hace miedo, y es el agua que se vuelve dura como las
piedras; y
yo he andado sobre esta agua dura. (hielo)
Aquí
acaba lo que os digo sobre lo que he visto. Aun hay
muchas mas cosas, pero yo os las llevaré para que las conozcáis.
Santiago
y Angela si me amais de veras rogad á Dios que me
dé cordura y felicidad. Amad á Dios, amad á María que es
la
verdadera protectora de este mundo, y nuestra madre
perfectísima.
—SALOMON.
Podeis encontrar el libro completo y gratuito aquí: